Como seres humanos estamos expuestos todo el tiempo a situaciones que nos roban la esperanza y nos sumergen en estados de ansiedad y depresión. Nadie está exento de atravesar un momento difícil o un proceso doloroso, pero es ahí, cuando nuestras decisiones pueden levantarnos o hundirnos más. Somos seres integrales y la intencionalidad con la que cuidemos cada área de nuestra vida (espíritu, alma y cuerpo) determinará nuestra calidad de vida. Los cristianos también nos deprimimos, pero en Jesús encontramos la felicidad completa.
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