Se proclamaba padre ejemplar pero su mente obsesiva no tuvo reparos en urdir un plan para castigar a su mujer a través de sus propios hijos. Cuando José Bretón denunció en 2002 a las autoridades que había perdido a los niños en un parque de Córdoba, ocultaba una realidad aterradora. Los pequeños ya habían muerto y ardido en una hoguera convertida en macabra pira funeraria. Segunda y última parte del episodio.
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