Bienvenidos al centésimo octavo programa de EL TERCER PLANETA emitido el 14/09/2012 y conducido por Julio A. Guerrieri y Sergio O. Rubinetti ... y gracias por estar.
Estamos agazapados. Ninguno de nosotros emite sonido alguno, salvo los más jóvenes que sienten un poco de miedo cuando los traemos por primera vez. Nos ponemos con el viento sobre la cara para que no nos olfateen. Hace casi una Luna que los venimos siguiendo, esperando el lugar justo. En la época anterior de los frutos pudimos afilar muchas puntas con rocas más duras que antes. Éstas sí nos van a servir. Debemos hacerlo rápido porque son grandes familias y algunos vienen a ayudar a otros en la lucha.
Tenemos hambre. Varios buitres ya andan por las alturas presintiendo lo que va a ocurrir. La mitad de nosotros tenemos lanzas bien largas y el resto hachas filosas.
Es ahora ó nunca. A la señal convenida salimos gritando de entre la hierba alta en dirección a la bestia elegida. Una hembra joven queda separada del resto de la manada. Tres de nuestros mejores cazadores clavan sus lanzas en una de sus patas delanteras para que caiga. El resto nos abalanzamos sobre el animal tratando de esquivar sus filosos colmillos. Nuestros gritos no hacen retroceder a un par de machos que vienen en defensa. Pisan a tres de los nuestros y sus entrañas quedan desparramadas en el pasto. Uno de ellos era mi hermano. Los que quedamos sobre nuestra presa clavamos de inmediato las lanzas más afiladas en el pecho del animal: un río de sangre comenzó a salir y el descontrol era total. Los dos machos se dieron cuenta que ya no podían hacer nada y se unieron al resto de la manada que siguió su rumbo al otro lado de las montañas. Los que quedamos en pie, descuartizamos lo más rápido posible antes de que los diente de sable vengan a atacar. Cada uno levantó lo más que pudo y empezamos a caminar hacia las cuevas. Durante tres lunas tendremos comida para todos nosotros.
Esta escena debió ser una postal diaria hace 300.000 años para las poblaciones humanas del hemisferio norte. Con la llegada de la edad de hielo, algunos MAMUTS quedaron congelados en la pradera hasta la actualidad. Y hoy los científicos los buscan no para cazarlos, sino para devolverlos a la vida.
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