Bienvenidos al centésimo décimo cuarto programa de EL TERCER PLANETA emitido el 26/10/2012 y conducido por Julio A. Guerrieri y Sergio O. Rubinetti ... y gracias por estar.
Los verdaderos ladrillos de la construcción de la materia visible en el espacio son las galaxias y no las estrellas como se supone frecuentemente. No mucho tiempo después del Big Bang gigantescas nubes de gas de hidrógeno y en menor cantidad de helio comenzaron a condensarse bajo el peso de su propia gravedad formando grumos de centenares de miles de años luz de diámetro que lentamente fueron tomando su forma definitiva. Mientras tanto, dentro de la futura galaxia el proceso se repetía a una escala mucho menor, casi puntual. Eran las protoestrellas ó embriones estelares que evolucionaban hasta convertirse en verdaderos soles. Entonces las galaxias comenzaron a brillar. Sus brazos espirales lucían de un color azulado, característico de las estrellas jóvenes. Pero en el centro el panorama era distinto. Las estrellas de gran tamaño tienen una vida efímera respecto del resto. Al morir en una explosión de supernova terminan siendo Agujeros Negros en muchos casos. Esos Agujeros Negros tienden a agruparse y algunos modelos establecen que forman un solo Agujero Negro que domina el comportamiento de la galaxia en todo su desarrollo. Actualmente se estima que la mayoría de las galaxias poseen en su núcleo Agujeros Negros. La mayoría de ellos permanecen en un aletargador silencio durante millones de años. Hace pocas horas el Agujero Negro de nuestra galaxia empezó a cobrar vida. Los Astrónomos descubrieron que una enorme nube de gas y de polvo avanza hacia él. Dentro de un tiempo toda la Humanidad será testigo de una de los más asombrosos procesos que brinda la Naturaleza: la alimentación de un Agujero Negro. Y estará muy cerca; a “solo” 27000 años luz del Sistema Solar. En esos momentos todos los instrumentos de la Tierra le estarán apuntando. Y aunque no sabemos exactamente qué puede ocurrir, todo el mundo estará pendiente de su comportamiento. La Vía Láctea vista desde Andrómeda parecerá tener un núcleo más brillante . . . y ya no tendremos que revolver nuestra taza de té para ver formarse una galaxia espiral en una mañana de invierno.
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