Advertía fray Luis de León en 1583 de "lo que importa que las mujeres no hablen mucho", "porque una mujer necia y parlera, por más bien que otros tenga, es intolerable negocio". Y es que las palabras eran entonces, como lo son ahora, un instrumento poderoso pero delicado que era capaz de moldear la opinión pública y erigir o derrumbar reputaciones. Hablar demasiado en esquinas, corrillos y mentideros podía teñir la mera sociabilidad de una preocupante inclinación crítica y de contestación política, pero también podía ser un arma con función fiscalizadora. El cotilleo podía ser una herramienta de intervención femenina en el espacio público, una práctica con la que sortear los límites entre lo público y lo privado, y sin embargo a menudo reducía a las mujeres a objetos del discurso de los demás. En "Fábula de la Corte" os traemos beefs literarios, cotillas enclaustrados, tabloides del barroco y mentideros del mal.
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