El vampirismo fue una práctica habitual en España, especialmente en el siglo XIX y hasta mediados del XX. El catedrático Salvador García Jiménez ha estudiado hasta una treintena de casos reales
Hasta la Guerra Civil española fue habitual ver largas colas de tísicos, anémicos y tuberculosos ante los mataderos para conseguir llenar sus cuencos con la sangre de los animales sacrificados, convencidos de que beberla les curaría de sus males. Esa misma superchería sin fundamento provocó que enfermos adinerados contrataran sicarios para que les subministraran sangre de niño, mucho más "eficaz", según sus creencias. Eran vampiros, bebedores de sangre que querían pretendían alargar su vida... a cambio de otra vida.
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