Presumía de vasco, pero era madrileño. Se jactaba de tener amistades de alto copete para medrar en la política, en el periodismo, como empresario del sector de la hostelería… Pero todos sus proyectos, que tenían un inicio fulgurante, acabaron en denuncias por impagos, deudas a proveedores y la súbita desaparición de César Román.
En 2016 hizo realidad su sueño más ambicioso. Triunfó como responsable de una cadena de restaurantes especializada en platos asturianos, entre el que destacaba un filete empanado relleno de jamón y queso, el cachopo. Pero también este proyecto tuvo un mal final: la muerte y descuartizamiento de de su pareja, la joven mulata hondureña Heidi Paz.
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