En la última década, el número de mujeres en España que congelan sus óvulos ha aumentado un 142%. Un método que se lleva a cabo en clínicas privadas y en hospitales públicos en el que caso de que las pacientes sufran algún tipo de enfermedad que pueda afectar a su fertilidad. Los contratos de preservación de óvulos se suelen renovar año a año aunque la mitad de las mujeres que congelan nunca llegan a hacer uso de ellos. Pese a ello, no pueden destruirlos hasta que dos médicos, ajenos a la clínica de criopreservación, que certifiquen que la mujer es infértil. Una limitación que, sin embargo, no existe en el caso de los espermatozoides.
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