El logroñés Francisco Javier Almeida López de Castro es un violador y un asesino. Abusó de una niña en 1989, por lo que fue juzgado y condenado, pero obtuvo beneficios penitenciarios por buena conducta y al poco tiempo salió en libertad provisional. En 1989, violó y mató a una chica de 26 años. De nuevo fue juzgado y condenado, esta vez a la pena máxima vigente en aquel momento: 25 años de cárcel.
Como sucede con la mayoría de los violadores, su conducta en el presidio fue ejemplar. A pesar de que los informes de los técnicos del centro penitenciario de El Dueso (Cantabria) rechazaban frontalmente cualquier beneficio en la condena por riesgo "medio-alto" de reincidencia, el juez le concedió el tercer grado en marzo de 2020.
Almeida se instaló en Lardero, a las afueras de Logroño, en una tranquila zona residencial, la urbanización Villa Patro. Y como cabía esperar, el 28 de octubre del mismo año, mientras sus vecinos celebraban Halloween, el monstruo apareció de nuevo.
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