A finales de los 80, principios de los 90, la tecnología y el mercado estaban plenamente preparados para el videojuego portátil,
algo que entendieron todas las grandes, dispuestas a conquistar un
apetitoso territorio virgen lleno de potencial de ventas. Nintendo con
su Game Boy, Sega con su Game Gear
y Atari intentando renacer de sus cenizas aliándose con Epyx y lanzando
una ambiciosa Lynx, que al final no pudo competir por un cúmulo de
circunstancias.
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