Tal vez tu pasado sea turbulento, es posible que tu linaje esté marcado por la inmoralidad; puede que no vendas tu cuerpo como hacía Rahab, pero quizás has vendido tu lealtad, tu afecto, tu ministerio, tu atención o tus talentos. Todos en algún momento hemos sentido que hemos pecado demasiado, hemos fracasado demasiado, o hemos tropezado con demasiada frecuencia. Pero recuerda que Dios tiene un lugar para los quebrantados, que la Tierra Prometida no es sólo para unos pocos; y que el cielo está repleto de hombres y mujeres que, como Rahab, fueron rescatados por el Padre para formar parte de Su eterna orquesta sinfónica. ¡Un mensaje para atesorar!
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