A finales de la década de 1930, Yosif Stalin, el líder de la Unión Soviética, pareció querer emular a los dioses cuando ordenó inundar centros urbanos enteros para construir faraónicas infraestructuras que mostrasen al mundo la grandeza de su gobierno.
El motivo no era otro que el de construir monumentales presas y crear grandes centrales hidroeléctricas que abastecieran de electricidad soviética al pueblo. Entre mediados de la década de 1930 y 1950, nueve ciudades soviéticas, cada una con alrededor de 5.000 habitantes, fueron inundadas para la construcción de centrales hidroeléctricas o represas. Entre estas estuvo la localidad de Kalyazin, cerca del río Volga, sobre la cual se creó el reservorio de Uglich.
Stalin falleció en 1953, pero ahí no terminó la cosa … En 1959, por ejemplo, se inició el megaproyecto de la estación eléctrica de Kremenchug, ubicada en la actual Ucrania. Bajo el embalse que se creó para dar pie a este proyecto yacen los restos de la ciudad de Novogeorgijvsk… la que verdaderamente podríamos llamar como la Atlántida soviética, una ciudad en la que tuvieron que dejar de vivir más de 130.000 personas.
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