Cualquiera pensaría que los cristianos estamos exentos de la ansiedad… pero no es así. Muchos no sólo nos sentimos ansiosos, sino que también nos sentimos culpables sobre nuestra ansiedad; aun cuando la voluntad de Dios no es que vivamos en estado de angustia por todo aquello que nos roba el aliento y nos divide la mente. Los “dragones bajo la cama” sólo aparecen cuando nuestros temores y el poder de Dios no entran en contacto. No podemos controlar el mundo, pero sí podemos confiárselo a Dios. Recordemos que hay un trono que está ocupado y nuestro Padre está al mando.
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