El Perdón de Dios – 24o Domingo Tiempo Ordinario
Les lecturas de este domingo nos hablan de dos cosas que son polarmente opuestas: el enojo y el perdón. La primera lectura nos enseña que el rencor y la cólera son ajenos a Dios quien es “lento a la ira y grande en misericordia y fidelidad” (Ex. 34:6). Lo que si es de Dios es el perdón, como Jesús nos enseña en el evangelio. Setenta veces siete debemos perdonar -es decir, de manera total y completa.
Deja a un lado el rencorLa primera lectura del libro de Eclesiástico nos llama a dejar a un lado el rencor y la ira, ya que son cosas que hace el pecador. Estas emociones no agradan al Dios amoroso y misericordioso que tenemos. Al vengativo, el Señor le traerá su venganza, mientras que el que perdona recibe el perdón de Dios. Aquí este pasaje nos muestra la mente de Dios, que Jesús nos revela con el Padre Nuestro con las palabras “perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.”
Nosotros los cristianos no podemos guardar ningún rencor. Si guardamos rencor con los demás, ¿cómo podemos pedir nosotros el perdón de Dios? Con palabras muy sabias Eclesiástico nos exhorta a pensar en nuestro final y dejar el odio. Tenemos que mantener nuestra meta final en mente – ¡el guardar enojos no nos ayuda entrar al cielo! Es humano el reaccionar con enojo cuando alguien nos causa el mal. Pero guardarlo en el corazón causa en él como una herida que no se cuida y se vuelve infectada. El enojo se vuelve rencor, y este rencor puede causarnos más mal que el mal que inicialmente nos hicieron. Guardémonos de esto y aprendamos a ejercitar el perdón.
Vivir para servir a DiosEn la segunda lectura, San Pablo nos recuerda que no vivimos para nosotros mismo, más bien toda nuestra vida, que a Dios la debemos, debe ser orientada a servirle a él. No sólo nos dio la vida del corporal, sino que también al darse por nosotros en la cruz Jesús nos dio también la vida eterna. ¿Cómo podemos entonces no vivir para él, si a él le debemos todo? Aquí esta el secreto de una vida verdaderamente feliz: vivir para Dios, reconociendo que todo lo que somos y tenemos lo somos y lo tenemos por Dios.
¿Cuántas veces debo perdonar?En el evangelio oímos las muy conocidas palabras de Jesús sobre el perdón. La pregunta de Pedro no significa únicamente perdonar siete veces. Como es conocido, el número siete es el número de la perfección. La pregunta de Pedro implica ya un completo perdón. Pero Jesús lleva la pregunta aun más allá, hasta un completo y permanente perdón de setenta veces siete.
Enseguida Jesús les enseña el significado de sus palabras con la parábola del siervo malvado a quien el rey le perdona una gran deuda, pero quien no es capaz de perdonar una mucho más pequeña. Esta parábola nos ilustra la manera en que Dios nos perdona y la manera en que estamos llamados a perdonar. Nuestra redención fue comprada con un gran precio: la muerte de Jesús en la cruz. Dios nos perdonó pagando con la sangre de su hijo el precio de este perdón. Y nosotros, ¿cómo actuamos con los que nos ofenden? Las ofensas de los demás con nosotros son insignificantes, y sin embargo nos portamos frecuentemente como el siervo malvado. En esta semana, practiquemos el perdón y la paciencia, dejando a un lado el rencor, para ser misericordiosos como nuestro Dios es misericordioso con nosotros.
En esta semana, practiquemos el perdón y la paciencia, dejando a un lado el rencor, para ser misericordiosos como nuestro Dios es misericordioso con nosotros.
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