Hoy en día, existe una espiritualidad epidémica de comida rápida que nos engorda, pero no nos nutre. Estamos tan saturados de cosas, que durante años hemos estado ocupados en hacer la iglesia; en lugar de ser la iglesia. Pero, el gran secreto de una vida cristiana fructífera es mantenernos enfocados en conocer la gloria de Dios y decir NO a casi todo lo demás; es estar “escondido” en Cristo, la roca. ¡Oremos por una Iglesia de hijos que han dejado de ser espectadores y que realmente conocen e intiman con el Padre!
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