La arquitectura puede modificar el modo en el que nos sentimos. Nos puede alegrar, angustiar, darnos paz, hacernos sentir pequeños u obligarnos a reflexionar y dejar la mente en blanco. La religión y el catolicismo siempre tuvieron clara la importancia de la arquitectura para ciertas ceremonias como el nacimiento o la muerte. Pero el final de la fe significa también el final de los templos y de algunos ritos.
Carlos Fernández Herrero es arquitecto y autor de un proyecto urbanístico en el madrileño barrio de Aluche cuyo propósito era el de albergar todas las necesidades que surgen ante la pérdida de un ser querido, desde los cuidados paliativos a la gestión psicológica del duelo.
Si quieres saber más sobre cómo viven los ateos la muerte de sus seres queridos, lee aquí la otra cara de este podcast en Ideas.
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