La Palabra no dice: ‘Bienaventurados los que mantienen la paz’, sino ‘Bienaventurados los pacificadores’. El pacificador es alguien que, cuando es necesario, confronta a los demás para mantener la paz. Generalmente, lo que no se confronta en tiempo real, termina siendo un gran problema subterráneo; por tanto, el camino del cristiano es aprender a procesar y lidiar con el conflicto, no evadirlo, ni minimizarlo. No busquemos excusas y razones para seguir tolerando relaciones tóxicas. Aprendamos a controlar nuestra lengua y, siendo claros y auténticos, tengamos hoy esa conversación difícil que hemos postergado por días o meses; sin olvidar que uno debe confrontar a los demás con la verdad para sanar y nunca para dañar.
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