En cualquier tormenta hay belleza, pero también un halo siniestro del que es difícil escapar. Por un instante el día se apodera de la noche, mostrando el mundo desde otra perspectiva. La tormenta puede convertirse en un catalizador de fuerzas que escapan a la razón y que trasforman el bien en mal.Una joven pareja acaba de comprar una destartalada casa de campo. Es grande, pero las paredes necesitan una capas de pintura, el suelo cruje y las arañas campan a sus anchas. La primera noche no hay nada preparado, acecha una tormenta y, aunque podrían haber esperado una semana para instalarse, es su aniversario y quieren disfrutar de una pequeña aventura en aquella casa sin luz y con los siniestros muebles de su anterior propietaria.En una de las habitaciones hay un cuadro: una pradera, un bosque, el cielo despejado y un hombre. Algo inquieta a la joven al mirar el cuadro, algo se oculta bajo los trazos suaves del pincel. Es mejor estar atento.
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