El enemigo de la fe no es la duda; es el descreimiento, es el dejar el cerebro en el bautisterio; negarse a pensar. ‘Amar a Dios con toda la mente’, conlleva el recuperar el sentido común y perderle el miedo a ensanchar la mente. Al Señor no le molesta que vayamos ante Él con dudas. Dios no quiere que le adoremos en ignorancia; Él quiere que sepamos por qué le adoramos. La fidelidad al Señor no consiste en hacer las cosas por costumbre, ni en defender la doctrina. La fidelidad es la valentía de poder repensar y ser autocríticos, para que nuestra mente permanezca abierta y enseñable. ¡Un mensaje retador!
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