Si viviste una derrota repentina, un estancamiento financiero, o un fracaso personal o familiar que no logras entender, debes hacer un allanamiento urgente; una redada sorpresa en tu propio campamento para descubrir y confrontar al Acán dentro de tu ejército. Dios no intervendrá, hasta que nosotros mismos limpiemos el veneno que nos afecta. Debemos esforzarnos por eliminar aquellas cosas que llenan a nuestra vida, pero no nos nutren; sólo estorban nuestro desarrollo. Recuerda que, en las manos de Dios, ninguna derrota es aplastante. Quizás no podamos solucionar todos nuestros problemas ni desenredar todos nuestros nudos, pero sí podemos levantarnos e ir nuevamente a la batalla, de la mano de nuestro Padre. ¡Un mensaje retador!
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