Hay muchísima gente que dice creer en Jesús, pero no están comprometidos con Él. Y es que “creer” es el primer paso; el segundo es “seguir”. Seguir a Jesús no es algo que uno pueda hacer de noche, como pretendía Nicodemo, cuando nadie lo notaba. No podemos ser “agentes encubiertos”. No hay forma de seguir a Jesús, sin que Él interfiera en nuestra vida. En algún momento el Espíritu Santo nos pondrá en una posición donde finalmente tendremos que decidir ser seguidores públicos de Cristo y cargar nuestra cruz. ¡Sólo al convertirnos en esclavos de Jesús, encontramos la verdadera libertad!
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