Muchos solemos ser hijos del rigor; no es hasta que las cosas se ponen muy difíciles que finalmente tenemos un despertar espiritual. Pero no hace falta tocar fondo. Podemos despertar ahora mismo. No importa cuánto tiempo hayamos establecido nuestro domicilio en ‘Neverland’, nunca es demasiado tarde para regresar. Aun cuando tus hijos ya sean grandes, tu matrimonio esté muy destrozado, tu deuda sea exorbitante o tu adicción sea muy fuerte… escucha las alarmas, arrepiéntete, confiesa, actúa y, sobre todo, no te alejes nunca del Señor.
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