Las ventas espectaculares, y seguramente inesperadas, de Las voces del Pamano (más de 600.000 ejemplares en Europa) obligaron a los editores de Jaume Cabré (Barcelona, 1947) a explicar que su autor no era un bestseller al uso. Si consideramos bestseller a aquellos libros –y por extensión a sus autores– que han vendido numerosas ediciones, no podemos negarle esa condición a Las voces del Pamano, un éxito incontestable en países como Alemania u Holanda. Pero para ser justos hemos de renunciar al tono peyorativo de esta etiqueta mercantil cuando hablamos de Cabré. No es eso, no es eso… La obra de este escritor catalán que piensa y escribe en catalán, hasta no hace mucho desconocido en el resto de España y también en Europa, ha ganado casi treinta galardones literarios, entre ellos el Premio de Honor de las Letras Catalanas (2010). No se trata, pues, de un alevín de la creación literaria (publicó su primer libro, Faules de mal desar, en 1974) ni de un afortunado que escribe de un día para otro, tocado por las musas, una novela que promete grandes dosis de evasión y que acaba ganándose el favor del público. Para quien no lo haya leído, anticipo que el mundo literario de Cabré no comparte ADN con escritores superventas como (con todos mis respetos) María Dueñas o Carlos Ruiz Zafón. La ambiciosa apuesta de Cabré por una novela total, de gran calidad, articulada desde una técnica valiente –se diría que al filo del precipicio–, lo aproxima más bien a autores como Julio Cortázar, António Lobo Antunes o los premios Nobel Mario Vargas Llosa y José Saramago.
Con Cabré se da pues una circunstancia poco usual: un escritor de primer orden que se cuela en las librerías de cientos de miles de hogares. Si tenemos en cuenta que no es precisamente fácil de leer –al menos hasta que uno interioriza su estilo–, deberíamos considerar al Caso Cabré poco menos que un milagro.
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