Ignacio de Antioquía vivió en el siglo II en medio de la iglesia cristiana. Al reprochar públicamente al emperador, porque él le daba gracias a ídolos paganos por sus victorias militares, es sentenciado a muerte. El largo viaje por tierra y mar a Roma le dio tiempo para meditar y adquirir una nueva y renovada resignación a la voluntad de Dios. Y así, Ignacio llegó a esta conclusión: "Deseo no solo ser llamado cristiano; debo ser cristiano de verdad". Después de su llegada a Roma, alguien le preguntó por qué mencionaba tanto el nombre de Jesús. Ignacio contestó: "El nombre de mi querido Jesús está escrito muy dentro de mi corazón. Si el corazón me fuera sacado y despedazado, el nombre de Jesús se encontraría escrito en cada pedazo". También dijo: "Yo soy el grano de Dios. Seré molido por los dientes del animal, para que pueda ser hallado pan puro de Cristo, quien es para mí el pan de la vida".
CIBERGRAFÍA
Ignatius of Antioch: http://bit.ly/2PUKW6g
BIBLIOGRAFÍA
Historia del cristianismo, por Justo González: https://amzn.to/2DsVX9i
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