No hay ni una sola forma de sorprender a Dios, pero hay miles de honrarlo
El niño o la niña, a la mitad del mes de abril le pidió a su mamá una cooperación de cincuenta pesos no sabe para qué pero se los pidió la maestra en la escuela, dos días después le pidió una foto, no sabe tampoco para qué, el día ocho de mayo llego a la casa con una invitación para un festival que se llevaría a cabo el día 10 de Mayo, en las instalaciones de la escuela.
Cuando los niños entregan la invitación a su mamá, suponen que la mamá no sabe de que se tratará esa reunión y la mamá tiene que fingir que tampoco sabe que la esperan para festejar el día de las madres
Llego el día y la mamá se dirige a la escuela, y quién sabe por qué, a pesar de que sabe que su hijo o su hija, le entregara un regalillo que hizo con el dinero que le dio y que incluirá en alguna parte su fotografía, que tendrá las letras chuecas y estará recortado y pegado mal, a un sabiéndolo. ¿Por qué será que se ponen tal sentimentales?, ¿por qué se les ve limpiarse discretamente las lagrimas?. ¿Por qué si cada año es lo mismo siguen sorprendiéndose?.
La única respuesta viable es que lloran o se ponen sentimentales, por el placer que les provoca saber que sus hijos las aman y se esforzaron en intentar darles un regalo que suponen original.
Todos los humanos somos igual que los niños pequeños que hacen un regalo de recortes, sopa y encajes para su mamá, y mientras lo preparan siente que es una gran tarea, imaginan que sorprenderán a su madre, se piensan unos genios. Ingenuamente olvidan que todo lo que hicieron se compró con el dinero que ellas dieron, no tienen presente que ella les dio la foto que le están devolviendo, olvidan que no hay forma en la que ellos por sí solos puedan generan algo sin la ayuda de sus padres.
Nuestros proyectos, tu empresa, tus ideas, los productos que vendes, lo que escribas, lo que inventes, lo que patentes, las buenas obras, la caridad, tus limosnas, tus ofrendas, tus donativos, la ayuda social. Absolutamente nada podríamos hacer si Dios no nos hubiera dado con anticipación los cincuenta pesos, la creatividad y el ingenio. Un domingo en la iglesia, en la inauguración de un negocio, en una graduación, pretendemos sorprenderlo mostrándole lo que somos capaces de hacer.
¿Quién sabe si al vernos llorara o reirá de nuestra ingenuidad? Ni lo intentemos nunca lograremos sorprenderlo. Honrémoslo mejor con lo que nos ha dado.
Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica. Efesios 2:10
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