La empatía que no otorgues hoy la necesitaras mañana
Cuando caminas o corres por la calle, tienes perspectiva de peatón, entonces notas lo angosto de las banquetas, lo complicado de los cruceros, el mal estado de las calles, la basura que se tira sin respeto, pero sobre todo, podemos darnos cuenta de los derechos de los peatones, que no son respetados por los conductores de vehículos, no siempre te ceden el paso y en ocasiones invaden las zonas exclusivas y obstruyen al estacionarse indebidamente. En pocas palabras uno siente que tiene derecho al transito libre y los conductores parecen ser nuestros enemigos.
Cuando conduces un auto por las calles, tienes perspectiva de conductor, entonces notas lo dañado del asfalto o concreto de las avenidas, debes estar atento a los semáforos, a los cruceros y los conductores que llevan prisa, conduciendo es que nos damos cuenta y sentimos que tenemos derecho al transito libre y los peatones parecen ser nuestros enemigos, porque se cruzan muchas veces sin precaución, en lugares y en momentos inadecuados.
Seguramente has visto o tú mismo has protagonizado alguna disputa entre un peatón y un conductor, cada uno alega tener la razón, cada uno según su perspectiva se siente abusado, uno discutirá porque piensa que por ir en auto tiene más derecho que el que camina, ¿cómo comparas un peatón con un auto?. Otro reclama porque piensa que por caminar tiene más derecho que el que conduce ¿cómo comparas un auto con un peatón?.
Si has estado en los dos lados sabrás que muy fácilmente se nos olvida lo que se siente estar en el lugar del otro. Pronto olvidamos los derechos que reclamábamos estando afuera, o los que pedimos estando adentro. La única forma de conciliar estas dos perspectivas es echando mano de lo que conocemos como empatía. Intentar ponernos en el lugar del otro, tratar de percibir y comprender lo que siente, permitirle ejercer sus derechos, cediendo.
También tú fuiste un hijo desobediente antes de ser padre, también tú fuiste empleado antes de ser empresario, fuiste alumno antes de ser maestro, de los dos lados hay derechos y razón. Claro esta que en muchos casos no hay forma de saber lo que implica estar de otro lado, no puedes ver o sentir como ve una mujer si eres hombre, o como piensa un hombre si eres mujer.
Pero en los casos que se pueda, podríamos esforzarnos un poco, esperar unos segundos a nuestros derechos y ceder un poco dandole espacio y tiempo a los del otro, esperamos a ver qué pasa, esperemos a ver qué pase. El día menos pensado estarás del otro lado y pedirás comprensión.
No sean egoístas; no traten de impresionar a nadie. Sean humildes, es decir, considerando a los demás como mejores que ustedes. Filipenses 2:3
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