Los títulos y la admiración genuina no se pueden imponer
En la época de la explotación de las minas en los pueblos conquistados por los grandes países colonizadores, se extrajo cualquier cantidad de minerales a precio de abuso y literalmente sangre de los trabajadores nativos que ahí laboraron.
Da una mezcla de tristeza y coraje saber la facilidad con que los supuestos dueños se volvían ricos y descubrir el trato inhumano que recibían los trabajadores con vida de esclavos aunque en muchos casos no se le quiera admitir así.
Entre las muchas acciones y actitudes de los dueños de las minas que escuche recientemente en una de ellas, me llamaron la atención dos, quizá sean de las menos graves o criminales, pero supongo que de estas actitudes que señalan al corazón, parten las acciones y los comportamientos de ellos hacia sus empleados.
La primera es que solo los dueños se permitía llamarse “mineros”. A los encargados y los obreros que extraían el mineral no se les permitía llamarse así. Estaba prohibido y eran castigados si usaban ese titulo sin ser dueños. La pregunta es ¿quiénes eran los mineros en verdad?, ¿si los que explotaban la mina o los que explotaban a los obreros?.
La segunda es que ni el encargado de los empleados, y mucho menos los empleados, los obreros, los que estaban y trabajaban abajo podían ver al dueño a los ojos, solo podían estar frente al dueño, volteando la cara o la vista hacia otro lado, era una de las muestras físicas que los dueños establecieron para que se les demostrara respeto. En pocas palabras dame un titulo ostentoso y no me veas a los ojos.
No solo los mineros de aquella época, todos tenemos dentro de nosotros algo llamado ego que le encanta que le den títulos, el que sea, algo que suene bien, llame la atención y si se puede que imponga, le gusta también ser visto, de preferencia que lo vean para arriba, pues no le gusta estar abajo, no le gusta bajar y hacer el trabajo inferior, si le das oportunidad querrá aplastar y dominar. No se entienda esta reflexión como un intento de ser mediocres o no buscar la superación y el desarrollo, no es esta la idea, la propuesta es sencillamente que cada uno de nosotros se valore conforme a lo que es, y no por lo que hace o tiene, los títulos no nos hacen más ni menos, el respeto y la admiración se no se pueden imponer, se ganan por el servicio genuino. ¿Cómo te gusta que te llamen?
Basado en el privilegio y la autoridad que Dios me ha dado, le advierto a cada uno de ustedes lo siguiente: ninguno se crea mejor de lo que realmente es. Sean realistas al evaluarse a ustedes mismos, háganlo según la medida de fe que Dios les haya dado. Romanos 12:3
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