Recuerdo una anécdota de hace muchos años atrás, una noche un domingo en una reunión en una iglesia el hijo de una señora que asistía ahí vino a acompañarle, él trabajaba para una compañía de transporte de carga conduciendo un tractocamion o trailer.
Esa noche el joven vino con su madre a la iglesia, en su vehículo, justo ese día o unos días antes acababa de cambiarle las llantas a su camión que lucia unos flamantes rines cromados que lo hacían notarse elegante y deportivo, por la zona donde estaba esa iglesia era común que ocurrieran robos a los vehículos y transeúntes, así que el joven estaciono su camión en la acera de enfrente exactamente frente a la puerta de la iglesia para poder estar observándolo, sobre todo pendiente de sus llantas nuevas.
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