Siete años vivieron atemorizados y con hambre los israelitas, porque cada vez que la cosecha estaba madura, los madianitas descendían sobre sus campos como plaga de langostas, dejando a su paso destrucción y desolación. Y algunas personas viven hoy día con ese mismo temor de que la cosecha les sea robada, que sus sueños les sean arrebatados cuando están a punto de cumplirse; y es por ese miedo que renuncian a lo que Dios les tiene reservado, conformándose con migajas de la cosecha, con una vida mediocre y gris. Pero si la escasez fue el resultado de la desobediencia de los israelitas, la prosperidad y el fruto van a venir al obedecer… Tal como la Biblia dice: ‘alabando al Señor comerán el grano quienes lo hayan cosechado y en los atrios de mi santuario beberán el vino quienes hayan trabajado en la vendimia’
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