LifeWay Research encuestó a 2.000 creyentes que asisten a la iglesia al menos una vez al mes y tienen hijos adultos de 18 a 30 años. El objetivo del estudio era descubrir qué prácticas de crianza eran comunes en las familias donde los jóvenes adultos permanecieron en la fe. La investigación indicó que los niños que permanecieron fieles como adultos identificándose como cristianos, compartiendo su fe, permaneciendo en la iglesia, leyendo la Biblia, etc. crecieron en hogares con ciertas prácticas.
La práctica más importante fue la lectura de la Biblia. Los niños que regularmente leyeron la Biblia mientras crecieron tenían más probabilidades de tener una vida espiritual significativa.
Dos factores más siguen de cerca: oración y servicio en la iglesia. En cuanto al servicio, no se trata solo que los padres llevaran a sus hijos a la iglesia, sino que los niños fueran incluidos e integrados a la iglesia a través del servicio y las misiones.
Un factor que puede sorprender es el de escuchar música cristiana que, según el estudio, influye de manera muy positiva.
La escuela bíblica, el grupo de jóvenes y la escuela dominical influyen, pero estos programas solo tienen un impacto cuando están conectados a hábitos consistentes de oración, lectura bíblica, alabanza y servicio.
También es notable el impacto del ejemplo de los padres al leer las Escrituras, servir, compartir su fe y pedir perdón después del pecado.
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