Hay momentos en la vida en que nuestras convicciones quedan amenazadas por acontecimientos inesperados que nos hacen sentir que Dios nos falló y nos llevan a dudar de nuestra fe. Y dudar no está mal, las dudas son parte de la travesía; aun los héroes de la Biblia, como Juan, David y Tomás dudaron en algún momento de su caminar. Sin embargo, cuando las dudas nos llevan a tratar de negociar con Dios haciendo contratos unilaterales y poniendo límites como: “Yo voy a ser buena persona, pero Dios me tiene que bendecir” ó “Yo voy a servir al Señor siempre y cuando me vaya bien en la vida”, es ahí cuando nos desviamos de Su camino. Recordemos que hay días buenos y días malos… y que en ambos días se cumple Su voluntad.
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