En repetidas ocasiones, en diferentes circunstancias me ha sucedido, andando por la calle, en un transporte público, cerca de un grupo de jóvenes en alguna plaza. Se les escucha divertidos y bromeando, de repente entre ellos una chica linda, comienza a hablar y de su boca salen toda clase de groserías y malas palabras que hasta puedes notar que la gente que pase cerca reacciona sorprendida, al parecer a ella y sus amigos les resulta normal.
Sigues tu camino sorprendido e incomodo porque las apariencias te dirijan que no debería ser así. Esta escena bien podría llamarse. “La bonita vomita”. La bonita nos sorprendió a todos con su lenguaje florido, folclórico y vulgar. Pero la verdad es que la gente bonita, la gente bien, los de apariencia piadosa y los que lo niegan, en algún momento de su vida vomitan y no me refiero particularmente a la acción de expulsar violentamente por la boca el contenido del estomago, sino también el contenido de la mente y también los errores y las malas actitudes que todos tenemos.
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