Luis XIV convirtió el palacio de Versalles en el centro de poder de Francia. El día a día del rey era un ritual perfectamente planificado que señalaba la importancia de cada cortesano según su proximidad al monarca. En tiempos de Luis XIV, el palacio de Versalles se organizaba en una serie de espacios en los que tenían lugar las actividades cotidianas de la corte, siempre al ritmo que imponía la voluntad del soberano.
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