Temas a tratar:
Desarrollo:
El capítulo 12 de Apocalipsis habla del poder de Jesús y por qué el diablo nos odia.
En el momento que entregamos nuestra vida a Cristo hemos entrado en una batalla y tenemos que pelearla (1 Timoteo 6:12).
Peleamos por nuestra familia, nuestros hijos, amigos. Nuestra batalla es por ellos.
1. La simiente
La iglesia hoy es la novia de Cristo, esto es un símbolo que habla de un compromiso que Dios tiene con la iglesia.
Lo mismo pasa con la iglesia del Antiguo Testamento, Israel, representada en la mujer que está a punto de dar a luz (Apocalipsis 12:4).
En el huerto Dios dijo que la simiente de la mujer aplastará la cabeza de la serpiente (Génesis 3:15). El diablo sabía la promesa dada en Génesis, por eso se paró frente a la mujer.
A través de la historia podemos ver esta imagen:
- Abraham y Sara, ambos estériles. Su hijo Isaac es el linaje de la simiente de la mujer.
- La nación de Israel fue hecha esclava por Egipto, atacada por sus enemigos porque llevaba la promesa.
- David llevaba la semilla dentro de él, y Saul trató de matarlo.
- Herodes manda a matar a todos los niños en el tiempo que Jesús había nacido.
Esto demuestra la maldad de satanás.
El enemigo sabe cuando Dios está a punto de hacer algo en tu vida, y va intentar matar esa promesa.
Será un tiempo corto pero intenso, donde el diablo hará de todo para tratar de devorar la promesa. Pero recuerda que mayor es el que está en nosotros (1 Juan 4:4).
La iglesia sigue siendo protegida por Dios (Apocalipsis 12:6).
2. Batalla en el Cielo
Apocalipsis 12:7-8 (RVR1960)
“Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo.”
Tenemos una idea romántica de las guerra con espadas y escudos.
La batalla en el cielo, no era una batalla física, es una batalla legal.
Como en Job (capítulo 1 y 2), tenemos la idea que cada vez que cometemos un error, el diablo como un soplón (acusador) va corriendo a decirle mi error a Dios.
Esta idea trae condenación.
En el Antiguo Testamento el diablo, como un fiscal venía ante el juez con cargos contra el pueblo de Dios.
El sacrificio de animales no era suficiente y el diablo lo sabía, pero el sacrificio de Jesus fue exacto (Hebreo 7:27, 10:12).
La deuda ha sido cancelada por la sangre del Hijo.
“Ya no hay lugar en el cielo”, significa que el argumento que había contra ti ya no tiene sustento porque Jesús pagó el precio exacto.
3. Ya no hay lugar
El diablo quería ser como Dios, quería que la gente lo adorara, lo admirara.
Fue contra el Padre, y Dios lo arrojó a la tierra.
Fue contra el hombre, y este cayó entregando el poder adánico al diablo.
Fue contra el Hijo. Jesús fue crucificado pero resucitó, consiguió el precio exacto por nuestro castigo.
Ahora el enemigo va contra el Espíritu Santo que vive en nosotros (1 Corintios 6:19).
El potencial que hay en nosotros por tener al Espíritu Santo es un peligro para el diablo.
El enemigo ya no puede acusarnos delante de Dios, pero puede hacerlo en tu mente.
Pero cuando te acuse, tú responde con la palabra de Dios.
Ya no hay espacio para el diablo, pero hay espacio para nosotros los redimidos (Juan 14:2).
Somos recibidos, somos aceptados.
Hemos sido justificados por la fe, el precio exacto fue dado.
Ya no hay lugar para el enemigo de acusarte delante de Dios. Somos libres.
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