Dignos de pena como el que compra rosas y peluche en San Valentín, pero no tiene novia. Como el que festeja haber salido segundo en la competencia donde sólo habían dos competidores. Como el que festeja que ya no tiene que dar más exámenes, porque ha perdido el año. Así seríamos si Cristo no hubiera resucitado.
No necesitas morir, para descansar en paz.
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