Crecer puede ser muchas veces incómodo, difícil y hasta doloroso. Pero, ¿qué mejor cosa que aprovechar una temporada de desafíos para transformarla en una temporada de crecimiento?
Dios no desperdicia el dolor de nadie, pasar por dificultades puede ser la manera en la que Dios nos está llevando, de donde estamos ahora, a dónde él nos quiere más adelante. Hay una parte, la más importante, a cargo de Dios, y otra a nuestro cargo. ¿Harás lo tuyo?
Veamos cómo nos beneficia el ser una semilla en entrenamiento, comenzando por morir… para dar fruto.
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