Por naturaleza, no estamos capacitados para armonizar nuestros propósitos, deseos e inclinaciones con la voluntad de Dios, pero si tenemos el deseo de que Dios cree en nosotros la voluntad, el Salvador lo efectuará por nosotros. Esto no nos hace perfectos, pero obedecer a Dios será mas natural que desobedecerle.
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