Las cinco hijas de Zelofehad pidieron su heredad, ya que su padre había muerto, sin tener hijos. Dios le pidió a Moisés que suba el monte Abarim, para que vea la tierra de Canaán antes de morir. Su preocupación no fue morir, sino que Israel fuese guiado por alguien que lo hiciera adecuadamente. Dios le hizo saber que Josué cumpliría con esa función.
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