A medida que la tecnología sigue impulsando el ritmo del progreso en la investigación biomédica y la asistencia sanitaria, la línea tradicional entre la ingeniería y la ciencia médica se hace cada vez más fina. Y a medida que las máquinas médicas y los ordenadores que las alimentan se hacen más pequeños, más rápidos y más inteligentes, la industria de dispositivos médicos está facilitando la práctica médica a los médicos, haciéndola más eficaz para los pacientes y más barata para todo el sistema sanitario.
Según los observadores del sector, uno de los cambios más radicales es la "convergencia" de la tecnología orientada al consumidor en el mundo, antaño muy restringido, del diseño de dispositivos. Como escribió recientemente el editor ejecutivo de Med Device Online, Jim Pomager, el aumento de la esperanza de vida impulsará un gran incremento de la incidencia de enfermedades relacionadas con la edad, como las cardiopatías, la demencia, los accidentes cerebrovasculares, los trastornos pulmonares y el cáncer. Las tecnologías inalámbricas capaces de detectar y tratar los primeros signos de la enfermedad se convertirán en defensas de primera línea contra estas causas principales de muerte, mientras que los dispositivos que ayudan a los pacientes a gestionar sus propias enfermedades crónicas de forma más eficaz mejorarán drásticamente su calidad de vida al tiempo que reducirán la demanda de tratamientos más avanzados, decía. Monitores portátiles o discretos de fácil uso que incluyan una serie de sensores y dispositivos de comunicación. Pomager identificó varias colaboraciones industriales entre grandes desarrolladores de dispositivos y empresas tecnológicas para incorporar una amplia gama de mediciones médicas en dispositivos más sencillos.
Para hacerse una idea de cómo se manifiestan estas tendencias en la actualidad, he aquí un resumen selectivo de cinco de las direcciones más comentadas en las tecnologías de dispositivos médicos del año pasado.
1) Nanoterapia contra el cáncer
La nanotecnología satisface la necesidad de la ciencia médica de disponer de tratamientos más precisos, menos invasivos, menos costosos y menos complicados de administrar que los métodos tradicionales. Esto se traduce en mejores resultados para los pacientes, menores costes sanitarios y un mayor acceso a los servicios de salud en las zonas del mundo con menos recursos.
Los nanodispositivos y materiales médicos ya son de uso generalizado. Las nanopartículas inorgánicas de materiales sintetizados a partir de metales como el oro o la plata y cuyo tamaño oscila entre 1 y 100 nm se utilizan habitualmente como agentes de contraste en la obtención de imágenes tumorales in vivo y como sondas moleculares para el estudio de la función celular o subcelular. Los puntos cuánticos fabricados a partir de materiales semiconductores son igualmente valorados como alternativas a las proteínas fluorescentes, los tintes orgánicos o los radioisótopos. También para usted: 5 tecnologías médicas innovadoras
Pero no todas las aplicaciones médicas de las nanopartículas son tan pasivas como estas herramientas de imagen. De hecho, las tecnologías emergentes para el tratamiento del cáncer emplean nanomateriales de forma no sólo práctica, sino francamente agresiva. Por ejemplo, los investigadores de la Universidad Bar-Ilan de Israel han desarrollado lo que denominan nanobots para dirigir y administrar fármacos a las células defectuosas sin dañar las sanas. Estos dispositivos de 25 a 35 nm están hechos de una sola hebra de ADN plegada en la forma deseada, por ejemplo, un paquete en forma de concha que protege un fármaco mientras se dirige al lugar deseado, pero que se abre para liberarlo al llegar. Dirigido por el profesor de Bar-Ilan Ido Bachelet, el equipo ha desarrollado hasta ahora robots de ADN capaces de reconocer 12 tipos diferentes de células cancerosas, y ahora trabaja para programar el comportamiento de los enjambres en los robots diseñados para unirse físicamente en el cuerpo para las demás aplicaciones, como la reparación de tejidos o nervios.
Un enfoque similar desarrollado por los nanoingenieros de la Universidad de California-San Diego, Joseph Wang y Sadik Esener, utiliza un microcañón para bombardear un tumor con fármacos anticancerígenos con la máxima precisión. Basándose en el concepto clásico de bala mágica contra el cáncer, los ingenieros han desarrollado un método para disparar "balas" a nanoescala que contienen fármacos en lugares concretos del cuerpo. Su método utiliza ondas ultrasónicas para guiar las nanopartículas hasta su destino, provocar la liberación de su carga terapéutica y hacer que el tejido seleccionado sea más permeable al fármaco. Para ello, crearon un microcañón de 5 micrómetros con una membrana porosa recubierta de óxido de grafeno y oro. Para la munición, encerraron partículas de sílice de 1 micrómetro en un gel líquido que contenía perfluorocarbono (PFC) como propulsor. El PFC se vaporiza cuando se expone a ondas ultrasónicas pulsadas, produciendo microburbujas gaseosas que se expanden rápidamente para propulsar las nanobolas hacia su objetivo.
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