El Antiguo Testamento era un enigma para el pueblo judío hasta la venida de Nuestro Señor Jesucristo. Él es la llave que nos ayuda a comprender el mensaje contenido dentro de las profecías relacionadas con el Mesías. Esto es posible porque Él es el enviado, el Hijo de Dios, que se define a sí mismo como «Yo soy la luz del mundo». Sin esta luz, afirma Dña. Beatriz Ozores Rey, licenciada en Ciencias Religiosas, no somos capaces de intuir el misterio que se esconde en la Eucaristía. Necesitamos que Cristo mismo nos explique las maravillas contenidas en este sacramento, y esto lo realiza a través de su Palabra. Él habla a todos pero, solo quien quiere acoger esta luz es capaz de escucharle.
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