Desde Irlanda, Bernie Wilkinson da testimonio de la ayuda recibida de Dios en el sufrimiento, que apareció en su vida desde la infancia. Su padre era alcohólico y eso provocó mucha inestabilidad en la familia, pero su familia supo encontrar refugio en Dios en los momentos más difíciles.
El Señor le regaló un buen esposo y tuvo dos hijos. Un día, su marido encontró a su hijo muerto: se había suicidado. Bernie pedía a Dios por el alma de su hijo, porque sabía que el suicidio es un pecado. Años después, su esposo falleció en un accidente de tráfico.
Bernie afirma que el amor a Jesús en la Eucaristía y la unión filial con la Virgen María, a quien cariñosamente llama Madre, le ayuda a vivir este sufrimiento y a dar gracias a Dios en medio este gran dolor.
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