Para llegar a la presencia misma del Dios viviente los israelitas debían preparar al Sumo Sacerdote durante un año, de tal manera que al llegar al Lugar Santísimo, en lugar de morir pudiera hacer expiación por sus pecados y los del pueblo. Para ello debía atravesar por el Camino, la Verdad y la Vida y sólo cuando esas puertas se abrían delante de él, la presencia de Dios se manifestaba.
Ese mismo proceso sigue siendo válido para llegar delante de Dios, y Jesús abrirá delante de nosotros las tres puertas que nos permitan conocer su presencia. Acompáñanos por esa ruta, la Ruta 146.
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