Confianza en la providencia amorosa de Dios: ese es el testimonio de Sara Guzmán ante los sufrimientos que el Señor compartió con ella. Sufriendo ya varias dificultades en su salud, le confirman que tiene un tumor cerebral. A pesar de los tratamientos, el tumor sigue creciendo hasta provocar un derrame en el nervio óptico. El Señor interviene entonces con su protección paternal y Sara vive un milagro tras otro. El derrame no afectó en absoluto a su visión y se programó la fecha de la operación para extirpar el tumor. Durante la operación sufre un ictus y tres infartos, que ―sorprendentemente― no dejaron ninguna secuela. Providencialmente, descubren que tiene el foramen oval permeable, es decir, una abertura natural entre las dos cavidades superiores del corazón que debería haberse cerrado durante su primer año de vida. Sara debe someterse a una nueva intervención quirúrgica, pero, al comenzar la operación, los doctores comprueban extrañados que el corazón ya no tiene esa abertura. Es un milagro. El corazón está completamente sano. Para Sara fue una confirmación del amor infinito y poderoso de Dios.