Vamos con un clásico de cada final de año: la lista de propósitos. Al que más o al que menos, aunque sólo sea en el momento de tomar las uvas o realizar el brindis, le pasa por la cabeza, algún propósito u objetivo que le gustaría conseguir en el Nuevo Año. Nuestro cerebro funciona muy bien con tareas que empiezan y acaban pues le permiten cerrar el círculo y el cambio de año lo vivimos en cierta manera como un cierre de una etapa y un inicio de otra. Y no tiene nada de malo que lo hagamos así, es de gran utilidad que aprovechemos los conocimientos que tenemos del funcionamiento de nuestro cerebro para ir a favor nuestro y no en contra nuestra.
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