En los viejos tiempos, cuando un rey o un señor hizo una ley nueva, el estampía su sello en la cera fundida sobre el derecho de verificar que este ley era de él. Dios también nos ha sellado, sino con algo mucho más precioso que un poco de cera estampada. Dios nos ha sellado con Su propio Espíritu. Hoy en día enseña a Bobby en el papel del Espíritu Santo en nuestras vidas.
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