Los que vivimos en España nos quejamos muchas veces de que el nuestro es un país muy ruidoso. La gente, por lo general, habla bastante alto (no todo el mundo obviamente). Y cuando se reúnen, por ejemplo en una cena, el volumen de decibelios aumenta exponencialmente. No es extraño tampoco que cualquier celebración o fiesta popular tome la calle con el mayor estruendo posible: música a todo trapo, petardos cuanto más fuertes mejor, orquestas y charangas de todo tipo, etc...
Por no decir de la numerosas obras a las que nos someten ayuntamientos, vecinos, etc...que suelen alargarse casi siempre mucho más de lo previsto. Más el tráfico, motos con ruidosos tubos de escape, las sirenas de ambulancias, bomberos, policía... En fin, que tenemos ruido a diestro y siniestro.
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