Una de las cosas de las que os he hablado ya en otras ocasiones es que somos malos prediciendo. Y no sólo prediciendo lo que nos va a pasar, sino especialmente imaginando cómo nos sentiremos cuando nos pase una cosa determinada. Y no es algo que yo diga de manera intuitiva sino que diversos estudios llevados a cabo por los psicólogos Daniel Kanheman y Tim Wilson y los economistas, Daniel Gilbert y George Lowestein, lo corroboran. Las investigaciones han llegado a la conclusión de que existen dos sesgos en los pronósticos afectivos. Cuando pronosticamos la felicidad que nos traerá un determinado bien o acontecimiento futuro, solemos sobrestimarlo. Al contrario, solemos exagerar el grado de infelicidad que nos tarerá una posible desgracia. Esto nos pasa en ocasiones más o menos a todos, pero también hay personas que viven más inmersas en una de estas tendencias. Veamos algunos ejemplos.
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