Una de las situaciones que más arrepentimientos suele causar es el haber perdido los nervios en una situación en que hubiera sido mejor no hacerlo. Una vez dicho algo, no es posible "recoger lo dicho", no hay vuelta atrás. Y si ese perder los nervios ha llevado a una conducta agresiva, la situación se complica aún más.
Reaccionar con rabia o ira es algo más normal de lo que parece, pues es una respuesta inscrita en nuestro repertorio natural de conductas. El problema, como decía Aristóteles es "enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto". No vamos a pretender tanta perfección en nuestras reacciones de enfado, pero si conseguir no crear un problema mayor del que tratamos de solucionar.
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