Nació en París el año 1565 y era de familia noble. De joven tenía grandes deseos de ser religiosa pero sus padres dispusieron que contrajese matrimonio. Se casó con el vizconde Pedro Acarí y tuvo seis hijos. Decía la beata acerca de la educación de sus hijos: "Les estoy preparando para que cumplan siempre y en todo de la mejor manera la voluntad de Dios". La bondad de su corazón alcanzaba a todos: pobres, enfermos y agonizantes. Le hicieron mucho bien la lectura de los escritos de Santa Teresa y las Confesiones de San Agustín. Se adentró cada vez más en el coloquio amoroso con el Señor en la oración. Al morir su esposo, pidió su entrada en el Carmelo como simple hermana lega (ya la habían precedido sus tres hijas). Sus últimos años en el convento fueron de profunda vida mística y de frecuentes éxtasis. El 16 de abril de 1618 tras un éxtasis, con una suave sonrisa murió.
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