Julita pertenecía a una de las principales familias de Licaonia. Quedó viuda cuando su hijo Quirico aún no tenía tres años. Fue en estos momentos cuando se desató la terrible persecución de Diocleciano contra los cristianos. Mientras Julita era terriblemente azotada por no querer dar culto a otros dioses fuera de Jesucristo, su hijo Quirico afirmó: «yo también soy cristiano», lo que enfureció al procónsul Alejandro, que lo estampó contra el suelo y lo mató. Julita murió decapitada poco después, en el 304.
Create your
podcast in
minutes
It is Free